Los mayas usaban el henequén para hacer cordones,
carpetas o alfombras, lo cual no ha cambiado mucho hoy en día.
Hubo una época en la que el cultivo de henequén,
o fibra de sisal como algunos la llaman, tuvo gran auge, convirtiendo el terreno de la
península yucateca en uno de los más ricos y codiciados.
Fue a principios del siglo XIX cuando tuvo lugar
el inicio de su mayor apogeo, se establecieron fábricas, las llamadas haciendas cambiaron
el giro de su producción para establecer grandes plantíos y la mercancía comenzó a
exportarse al mundo.
Para 1880, Yucatán era uno de los estados de
mayor solvencia económica en México. Siendo durante el gobierno de Salvador Alvarado,
por la expropiación estatal de las maquiladoras, cuando la venta del henequén llegó a
su culminación.
El henequén ayudó a los hacendados a amasar
grandes fortunas, por lo que se le denominó "Oro verde", ya que el estado
producía el 90% de las sogas y bolsas usadas en el mundo, dando como resultado la
opulencia de los dueños de las haciendas.
Sin embargo, al igual que la plata que se extraía
de las montañas de México, el valor del henequén decayó durante la primera guerra
mundial, y nunca volvió a recuperar la popularidad que anteriormente gozaba.
El advenimiento de las
fibras sintéticas y el cultivo de la planta en Brasil, Madagascar, Tanzania y Manila,
contribuyeron enormemente al decaimiento de esta industria en Yucatán.
La historia de su producción se encuentra plagada
de altibajos, en 1960 se produjeron 140,000 toneladas, lo que significó su máximo
esplendor, posteriormente, en 1970 la cantidad se redujo a 73,000, luego subió
ligeramente a 76,000 en 1980, pero en 1990 tan sólo se produjeron 35,000 toneladas.
Hoy en día se estima que la producción está
cerca de las 28,000 toneladas, el costo de la fibra obtuvo un incremento del 45% de 1994 a
1995, pero no repercutió en el precio del producto final.
Desgraciadamente, llegó un momento en que se tuvo
que importar la fibra de Brasil, teniendo la necesidad de comprarla por primera vez en
1989, para en 1994 estar importando 8,000 toneladas, esto debido al declive de la
producción en el campo y el aumento de la demanda. Este año no se ha importado henequén
de Brasil y afortunadamente la producción en Yucatán se ha incrementado.
En 1970 surgió un nuevo uso para la fibra, que
fue el hacer alfombras, aunque ya no se siguen fabricando más que como tapetes para la
pared, ya que con el tiempo los colores se desvanecían y daban comezón.
El principal atractivo del henequén es su dureza
y resistencia. Es lo suficientemente fuerte para sostener grandes cargas de peso y
no se rompe bajo circunstancias en las que las fibras sintéticas si lo hacen.
Actualmente, hay una gran cantidad de usos para el
henequén, algunos de los cuales son irremplazables, por lo que su futuro no corre un
peligro inminente.
Esperemos que muy pronto la producción de
henequén en Yucatán recobre parte de superioridad mundial con la que gozaba tiempo
atrás, aunque siempre será un orgullo el que haya sido el precursor de tan valiosa y
útil fibra natural.
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